FUERA DE LA LEGALIDAD, ASÍ LA ALBAÑILERÍA
Rafael Velázquez García - 25 de agosto del 2021.
La situación particular de cada empresa es diferente partiendo de que la estructura de estas son diferentes en cada caso, desde el tamaño, cantidad de empleados o giro al que se dedican en la construcción, entre otros. Independientemente de lo diferentes que pueden ser entre una y otra, en la práctica todas deberían de cumplir con lo mínimo que marca la ley.
Según Karen Ballesteros (2019) del noticiero Contralínea, nos damos cuenta de que la situación no es así porque en México cada 75 segundos ocurre un accidente en la industria de la construcción y cada 8 horas muere un albañil. Desde los más sencillos hasta los que ponen en riesgo sus vidas, los accidentes en las obras ocurren todos los días, los cuales creemos que podrían haberse evitado o reducido su gravedad si los albañiles fueran capacitados y recibieron los equipos de seguridad necesarios para desempeñarse en su labor diariamente. Los trabajadores de la construcción se enfrentan diariamente a la precariedad de su oficio y las condiciones sociales y económicas en las que viven. La relación entre su capacitación, sus salarios, prestaciones y seguridad social es clara porque la situación de desempleo en México orilla a trabajar bajo estas condiciones. Sin embargo, esto no exime, al contrario, obliga, a las empresas constructoras que los emplean a asegurar las condiciones óptimas para que los mismos puedan ejercer la labor que por su naturaleza ya es muy exigente.
El IMSS reportó que en la primera mitad del 2018 hubieron más de cuarenta mil accidentes de trabajo a nivel nacional y más de 75 defunciones en el grupo de la construcción. A pesar de ser alto el número de accidentes y defunciones, esto solo refleja los suscitados en trabajadores afiliados al instituto, donde recordemos no están todos, esto comprueba lo altamente riesgosa que es la labor y lo necesario que debiese de ser velada su seguridad por la ley y las empresas empleadoras.
Estos datos se refuerzan con los estudios anteriormente presentados de donde resaltamos que casi el 80% de los albañiles trabajan bajo la sombra de la informalidad. Desde que los trabajadores no laboran bajo la firma de un contrato la situación para ellos no es sencilla, ya que no hay un documento formal que rige o regula el horario u horas laborables, un salario, no se crea antigüedad en la empresa, no tienen prestaciones, vacaciones, seguridad social, asistencia médica entre muchos otros beneficios que otorga un trabajo formal.
Estas son algunas de las muchas cosas contra las que se tiene que competir para dignificar una labor que contribuye directamente al Producto Interno Bruto de un país al pertenecer a una de las principales fuentes de economía de este e irónicamente no se le da la importancia que merece.
Desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos hasta las normas y reglamentos de construcción en los municipios se menciona la seguridad laboral y equipos que deberían de tener los empleados sobre todo en una labor de tanto riesgo como lo es la albañilería. Pretendemos conocer las principales razones de por qué este sector laboral no está protegido, desde que las empresas no quieren asegurar a los empleados hasta que los mismos trabajadores pueden preferir trabajar en condiciones precarias con la condición de recibir un salario mayor y deslindarse de cualquier responsabilidad.
Aunque, según la Ley Federal del Trabajo en su artículo 20, indica que "Se entiende por relación de trabajo, cualquiera que sea el acto que le dé origen, la prestación de un trabajo personal subordinado a una persona, mediante el pago de un salario", por lo que, la prestación de un trabajo a una persona conlleva el beneficio de recibir un salario.
En cuanto a la remuneración, de acuerdo con Alfonsina Ávila (2019), es grande la cantidad de trabajadores de la construcción que aseguran ganar alrededor de $1,200 y $2,000 MXN semanalmente y consideran que su trabajo y los salarios no son acordes a los esfuerzos físicos que la misma demanda, además de la escasez de prestaciones que marcan las leyes ya antes mencionadas. Y el salario sigue disminuyendo o incrementando según el peldaño al que pertenezca el trabajador dentro de la jerarquía de una cuadrilla o equipo de trabajo y las funciones que desempeña.
Además de ser una obligación para el Estado, el regular la labor por parte de las autoridades, invita a las empresas a que sea parte de la iniciativa propia el cumplir con los requerimientos mínimos y explorar la forma de incentivar efectivamente a los albañiles, los cuales parecen no esforzarse mucho en ello.
El impacto internacional en la economía nacional afecta directamente en la industria de la construcción, por lo tanto, lo hace en el trabajador de la construcción, de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Empresas Constructoras (ENEC), Cristian Téllez (2020) indica "el valor de la producción de proyectos de edificación a la baja fue de 9.5 por ciento durante el tercer mes del año, donde el sector privado tiene una participación de 63.2 por ciento". Esto repercute también en la tasa de empleo formal e informal en los albañiles porque al haber menos obras en el sector público y privado se les da descanso y esto genera incertidumbre sobre el sustento a sus familias.
La industria de la construcción en México reúne características especiales que la distinguen de las demás industrias, en el país cada industria tiene una forma muy particular de desarrollarse, es por eso por lo que ninguna se podría comparar directamente con otra, pero no sólo se distingue de las industrias nacionales, en los países industrializados y en las naciones subdesarrolladas o en vías de desarrollo también hay diferencias destacables.
De estas características, podemos identificar la alta tasa de crecimiento sostenido por la construcción mexicana es excepcional. La industria de la construcción durante las últimas décadas se ha consolidado como un pilar fundamental para la economía nacional: contribuye en aproximadamente más del 6% al producto interno bruto y en más de la mitad de la formación bruta de capital fijo; ocupa a casi el 6% de la población económicamente activa total o casi el 20% de la industrial.
Por otra parte, el estancamiento de la productividad, por sí mismo, no es necesariamente un problema; de hecho, una de las multi citadas ventajas de la industria de la construcción es su alta demanda de mano de obra no calificada. Sin embargo, cuando la baja productividad se convierte en altos precios de construcción, nos hace suponer la falta de un mayor desarrollo técnico en los procesos productivos de esta rama.
¿Por qué, en los momentos de relativa escasez de la mano de obra la industria de la construcción no introdujo técnicas de producción más mecanizadas? Creemos que la respuesta a estas preguntas y a otras similares tenga que ver, en última instancia, con una quinta característica de la industria de la construcción mexicana: las pésimas condiciones laborales presentes en su proceso de producción.
La situación presente se tiene que reflexionar considerando distintos factores y buscar explicar cómo afecta directamente la calidad de vida de los trabajadores de la construcción tanto en la obra como fuera de ella la productividad o los beneficios que tienen o no en su trabajo. Desde los servicios y prestaciones que recibe dentro del marco legal hasta los que puede adquirir por cuenta propia, los tipos de servicios de salud, educación, etc. Bajo el mismo tipo de reflexión, podemos empezar a entender por qué los edificios industriales o las grandes obras de ingeniería civil parecen ser tan inmensos en comparación con los bienes raíces populares.
Los dueños y constructores de los complejos de vivienda pueden ser un ejemplo a la hora de tomar decisiones porque compiten con la presión del trabajador de la construcción que apela por un mejor salario y con los que adquieren propiedades porque siempre quieren hacerlo a un costo más bajo. A largo plazo, ambas partes se verían beneficiadas por una reorganización de la industria de la construcción, tendiente a mejorar tanto las condiciones laborales como la calidad de los edificios.
En el plano económico, la búsqueda individual de mayores ganancias se traduce, de la competencia en el mercado, a la generalización del aumento de productividad. Cada empresa procura reducir sus precios de producción exprimiendo más la fuerza de trabajo que emplea. Esto se logra, ya sea a través de una explotación extensiva del obrero, alargando su jornada de trabajo o pagándole menos por hora, o bien, mediante aumentos en la intensidad del trabajo, haciendo que el obrero produzca más en menos tiempo. Esto último no es más que el aumento en la productividad del trabajo.
Si se considera solamente un ciclo de producción, el empresario puede quedarse con las ganancias logradas por haber reducido su precio de producción individual. A la larga, sin embargo, la competencia para vender sus productos en el mercado obliga a todos los empresarios de la rama a buscar la manera de bajar sus precios de venta. Esto le obliga a reducir sus precios de producción mediante aumentos en la productividad de la fuerza de trabajo que emplea; esto es, siempre y cuando no exista la otra alternativa de recortar el salario o prolongar la jornada de trabajo porque, el proceso, imperfectamente esbozado arriba, sólo puede explicar la potencia del capitalismo para transformar los procesos productivos cuando es acompañado por otra tendencia, igualmente potente: la lucha política de los obreros, no sólo para resistir el deterioro salarial sino, inclusive, lograr mejoras en su remuneración y condiciones laborales. La reivindicación salarial, de hecho, obliga al patrón a buscar maneras de "economizar" su ocupación de mano de obra aumentando la productividad de esta.
Gracias al aumento en la productividad de su trabajo, los obreros pueden percibir iguales o mayores sueldos sin mermar ganancias del capital; gracias a la organización y lucha histórica de la clase trabajadora, el capital se ha visto obligado a aumentar la productividad del trabajo que emplea. La variable independiente de esta ecuación cambia de acuerdo con el lado de la mesa negociadora en que uno esté. De todas formas, nadie negaría la correlación directa entre productividad y salario. El que ambos estén tan bajos en una rama, en este caso la construcción, se debe a que los dos procesos gemelos arriba descritos están ausentes, o están imperfectamente presentes en este sector.
El otro proceso indispensable para el desarrollo de las fuerzas productivas, la militancia obrera, también brilla por su ausencia en la construcción mexicana. La debilidad de los sindicatos de esta rama. Los sindicatos de los trabajadores de la construcción existen; proliferan, de hecho.
Pero las tasas de afiliación sindical y de acciones industriales están entre las más bajas de todas las ramas ocupacionales y, aún entre los trabajadores afiliados, existe escasa conciencia sindical. Si los obreros se enteran de la existencia del sindicato es por el descuento de la cuota sindical; raras veces saben ni quién es el representante sindical ni para qué sirve un sindicato. La presencia del sindicato en la obra la atestigua sólo la placa que se coloca cuando la empresa constructora o su representante haya pagado la "cuota" necesaria. Tal mecanismo de extorsión puede contribuir a aumentar el precio de producción de la construcción, pero en nada beneficia a los trabajadores.
Esta falta de una organización obrera se ha atribuido a ciertas características supuestamente inherentes al trabajo en la construcción: el carácter único del ciclo de producción, la poca permanencia de los trabajadores en la obra y la escasa concentración de mayor número de trabajadores en un momento dado, la eventualidad del empleo mismo, el bajo nivel educativo y la poca experiencia del trabajador como asalariado.
Los factores que señalamos como causa del estancamiento de la productividad pueden encontrarse en las formas de operación y organización que le son propias a la administración en la industria de la construcción mexicana. Ciertamente, muchas de las situaciones que se señalan pueden encontrarse en industrias de construcción en diversos países, como también habrá otras circunstancias que no le son exclusivas a la industria de la construcción, sino que están presentes en menor o mayor grado en toda la industria mexicana. Insistimos, no obstante, en que la combinación de factores presentes en la industria de la construcción mexicana sea históricamente específica y distintiva. Con ello, queremos decir que los fenómenos analizados no son inevitables; podrían y deberían cambiarse. En este sentido es significativa la insistencia que se hace a lo largo del análisis sobre la necesidad de distinguir entre los diferentes sectores de la industria, en particular, entre los procedimientos propios de la ingeniería civil y los de la edificación. Las formas de organizar la producción de la construcción no son predeterminadas ni inamovibles, como tampoco lo son la calidad y precio del producto. Para propiciar el cambio es indispensable conocer las formas actuales.
Cita Bibliográfica:
Ing. Alan Rafael Velázquez García (2020). ''Motivación y Factores de Satisfacción en los Trabajadores de la Construcción, Estudio de Caso'' (Tesis de Licenciatura). Universidad de Guanajuato, Guanajuato, México.