SER ALBAÑIL EN MÉXICO: SIN DERECHOS, SIN VIDA.

Por Rafael Velázquez García - 28 de julio del 2021.


''Para los trabajadores de la construcción, que durante siglos han hecho posible que las maravillas de la ingeniería se mantengan en pie. Para los albañiles que viven en la precariedad y han sido víctimas de las desigualdades a través de las enormes brechas que se siguen marcando hoy en día en este país y, que aun así, se sienten orgullosos del trabajo que hacen día con día.''


Si volteamos a ver a través de la ventana seguramente lo primero que veamos sea una construcción o parte de esta. Disfrutamos de la comodidad que nos brinda la infraestructura, nos admiramos por los grandes y lujosos edificios que vemos en las calles; soñamos con tener nuestra enorme casa, una oficina o una gran empresa. El placer que da andar por una carretera bien hecha para llegar a tiempo a nuestro destino, la sensación que tenemos en el estómago cuando subimos y bajamos por un puente; la facilidad de abrir una llave y tener abundante agua o tener luces en cada rincón del hogar.

Para todo lo anterior se agradece y felicitamos al arquitecto o ingeniero por su excelente desempeño al desarrollar dichas obras, se les reconoce y se les aplaude por la calidad; y claro, ellos se han esforzado aplicando sus conocimientos para lograr completar una construcción en tiempo y forma. Hasta ahí todo va muy bien, pero nos hemos olvidado de una parte importante que hizo posible que cada una de esas maravillas se materializaran: Los trabajadores de la construcción, los conocidos como albañiles.

Podemos presentar al albañil de forma romántica como el encargado del arte de construir el todo o parte de un edificio; colocando, enlazando y uniendo los materiales que usan, de modo que, formando un cuerpo unido, se mantengan a sí mismos y puedan sostener el peso proporcionado que se les cargue. (Don Juan De Villanueva, 1827).

La realidad es que los trabajadores de la construcción enfrentan prácticas laborales adversas, así como se ven expuestos a una gran variedad de riesgos en el lugar de trabajo, condiciones precarias, trabajos mal remunerados, entre otras características históricamente propias del entorno, lo que desmotiva al mismo trabajador a aspirar tener una mejor calidad de vida.

Ahora, adentrándonos al tema, según la Cámara Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera (OIT, 2016), en la actualidad en todo el mundo, la construcción principalmente ofrece trabajo a corto plazo, no registrado, informal y peligroso en una industria totalmente fragmentada. Muchos obreros, en particular los trabajadores migrantes rural-urbanos, se enfrentan con prácticas laborales adversas al desarrollo de sus capacidades.

En este sentido, la OIT reconoce que las personas ocupadas en este rubro también se ven expuestos a una gran variedad de riesgos en el lugar de trabajo, incluida la exposición al polvo, al vapor o al asbesto, reacciones químicas a largo plazo de los materiales, posiciones de trabajo incómodas, cargas pesadas, condiciones meteorológicas adversas, trabajos en alturas, ruido o vibraciones de herramientas, entre muchos otros, que deterioran su condición física.

En otras palabras, la albañilería puede interpretarse a primera vista como una última opción a la hora de conseguir un trabajo, por lo demandante que es, los bajos salarios, pocas prestaciones que se tienen; además de ser jornadas laborales largas y la baja calidad de vida a la que puedes aspirar con ese trabajo. Y en muchas ocasiones así es.

En cuanto a la ocupación del oficio, según un estudio realizado por la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción a través del Centro de Estudios Económicos del Sector de la Construcción (CEESCO, 2017) llamado ''Situación del Empleo en el Sector de la Construcción'', se revela que había 6,111,055 de puestos de trabajo ocupados por la industria de la construcción en México, de los cuales 5,133,086 son de albañiles tanto en empresas, como personas que laboran por su cuenta y en la autoconstrucción. Ahora, lo interesante es cuando vemos los datos que tiene el Instituto Mexicano del Seguro Social (2017) donde indica que solamente había 1,602,368 trabajadores asegurados por las empresas constructoras. Es decir, en 2017 solamente el 26.22% de los trabajadores de la construcción estaban asegurados, esto revela un primer problema: la falta del cumplimiento de las obligaciones que tienen las empresas para con los trabajadores de la construcción. Deja clara la precariedad en la que se trabaja y el desprestigio por la justicia laboral en la que se desempeñan. Podríamos decir que no muchas veces se cumple con lo que marca la Ley Federal del Trabajo.

Durante el periodo Enero a Mayo de 2019, según el mismo estudio en su edición 2019, el número de afiliados al IMSS (empleo formal: permanentes más eventuales) de la industria de la construcción, registró un reducción de (-) 0.7% con relación al mismo período de 2018, significando la pérdida de 11 mil 912 empleos formales.

Sólo comparando el mes de Mayo, el número total de trabajadores inscritos al IMSS (permanentes más eventuales) por parte de la Industria de la Construcción fue de 1,650,181 trabajadores, estos siendo un porcentaje muy bajo comparado con la cantidad de trabajadores que, estadísticamente, se dedican a esta actividad.

Sumando que, en el primer cuatrimestre de 2019 la actividad productiva del sector de la construcción registró una reducción de (-)1.6%, manifestando un escenario poco alentador, dejando ver que la política pública para el impulso de la construcción ha sido poco efectiva al registrarse una contracción de la inversión física presupuestaria de (-)16.4% en términos reales durante el período enero-mayo de 2019, con relación al mismo período de 2018. Esto afectó principalmente a los millones de trabajadores que no tienen un contrato formal por la facilidad con la que pueden prescindir de ellos.

Así mismo, la suspensión y cancelación de obras de carácter privado ha sido otro factor que ha agudizado la pérdida de empleos en el sector, esto sin tener contabilizados los daños que ha causado la pandemia de COVID-19 en el país, que seguramente son mucho peores. De continuar esta tendencia, la caída en el empleo podría ser mayor, afectando principalmente a los trabajadores de las pequeñas y medianas empresas constructoras.

El CEESCO refiere que, a pesar de estas múltiples condiciones, la industria de la construcción se posiciona como la tercera actividad económica importante para el país, debido a que el sector incrementó su contribución en el PIB nacional a 6.5% a finales de 2019. Tradicionalmente la construcción es un generador de empleos por excelencia, relativamente se podría decir que en 2019 la construcción contribuyó con el 8.1% de empleos en el país (por lo menos los registrados en el IMSS). Ubicando a la Industria en el 5to. lugar, por su aportación al empleo en general.

Estos datos anteriores nos hacen preguntarnos, ¿Cómo una actividad económica tan importante para el país tiene tan desprotegidos a las personas de quien depende? Esta pregunta nos hace pensar en las muchas condiciones que se tienen que mejorar para que la albañilería sea vista como un trabajo digno. Entre ellos podemos comentar los bajos salarios con respecto a lo desgastante físicamente que el trabajo es, la poca capacitación que se recibe, la escasa oportunidad de tener un empleo seguro porque gran parte de los albañiles tienen trabajos eventuales y siempre hay que estar buscando trabajo para asegurar un ingreso a la familia, además de no generar antigüedad en una empresa, la nula posibilidad de escalar de puesto en la empresa, la baja calidad de vida que tienen los albañiles y sus familias porque con esas condiciones laborales no pueden aspirar a tener un futuro mejor. (Todos estos temas los tocaremos de manera particular en artículos posteriores).

Aquí nos preguntamos el por qué un trabajo con no muy buenas condiciones laborales es tan solicitado. Definitivamente muchos de los albañiles lo hacen por necesidad económica. En México la falta de empleos y la falta del cumplimiento con sus prestaciones y salarios dignos es una realidad para una parte importante del sector de la población que no puede aspirar a otro tipo de trabajo por la falta de educación, el contexto económico, social o cultural en el que se han desarrollado a lo largo de su vida. Para ellos no existe el término Meritocracia, porque después de cargar costales de cemento durante largas jornadas, no tienen lo que merecen.

En conclusión, podemos decir que en el trabajo de la construcción existe una cultura normalizada de violación de derechos humanos, tales como: El hecho de que no se garanitice un salario mínimo suficiente para llevar una vida digna; el hecho de no establecer una limitación de razonable de las horas de trabajo; no contar con seguro social; o el hecho de que no se le garantice un trabajo y tenga que vivir en la incertidumbre laboral. Todo esto por vivir trabajando en la informalidad.


Cita Bibliográfica:

Ing. Alan Rafael Velázquez García (2020). ''Motivación y Factores de Satisfacción en los Trabajadores de la Construcción, Estudio de Caso'' (Tesis de Licenciatura). Universidad de Guanajuato, Guanajuato, México.


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